Banda sonora: si fueras mi enemigo, de Andrés Cepeda.
MARIANA ROBA A SANTIAGO
Mariana sabe que la mamá la ve alejarse, lo sabe porque es más inteligente de lo que todos creen, pero es conveniente que la gente siga engañada, especialmente Natalia y su abuela, de lo contrario la una no iría por ella cada día, y la otra le pegaría como lo hace con los otros nietos, recuerda picara la escena de los buñuelos, claro que sabe decir bien la palabra, pero es mejor que nadie se entere. Deja caer a conciencia un hilo delgado de saliva que América, la profe que no le cae bien, limpia con asco mal disimulado.
En esas está cuando ve llegar a Santiago, un niño de su edad con los ojos llenos de pestañas, tiene síndrome de down y la única persona con la que habla en la escuela es ella, está enamorado y Mariana a veces se hace la tonta y lo deja verle un poco por encima de las rodillas, entonces se pone rojo como un tomate. En la lonchera de Shrek lleva ese niño un universo de delicias que Emerita (la abuela) nunca le compra a Mariana porque no alimentan, no es fácil robarlo, es gritón, no habla con nadie pero grita como endemoniado y señala al culpable con un dedo rígido como el de una estatua.
Lo mira coqueta, le lanza sonrisas magentas, le toca la cara de cachetes redondos y rojos, le canta una canción que lo hipnotiza, pero Santiago no suelta la lonchera, la niña no se resigna, solo aplaza el robo porque ya los están llevando al salón de clases. Dibuja en su cuaderno un retrato de santiago, le pregunta:
- ¿Sabes quién es?
Niega con su cabeza llena de mechones lisos de color castaño, no tiene ni idea quien es ese con cara de papa que pintó Mariana.
- Tú, tonto
La mira, sonríe, se le caen las babas gruesas y espesas, no es a drede, no le avergüenza, solo la mira y tiene ganas de darle todo lo que trae en la lonchera, pero lo olvida pronto, toda su atención la tiene un gato que se come un pájaro en uno de los recovecos de su imaginación. Mariana intenta traerlo de nuevo a tierra, pero no puede, le toca la mejilla, sopla en sus orejas, sube un poco la falda, pero es todo vano, parece que el tesoro resguardado por el ogro verde no caerá en sus manos esta vez.
La profesora América les dice con una sonrisa fingida que ya pueden salir, que el sol y los pajaritos los esperan afuera, Mariana toma en una mano su lonchera y en la otra la mano izquierda de Santiago que aprieta contra el pecho el cofre en disputa, unos niños de otro grado juegan con un balón y el niño mira embelesado, no le ha contado a nadie pero quiere ser futbolista, Mariana se da cuenta que hay una ventana por donde colarse hasta los dulces que la trasnochan, se acerca a uno de los jugadores, le sonríe coqueta, le regala miradas de pestañas rizadas, le pide que invite a Santiago, lo llaman, el no puede creerlo, corre por la cancha de cemento y siente que lo hace en el camp nou, deja tirada la estorbosa lonchera, su infaltable aliada y hada que ayuda a cumplir sueños le grita:
- Santi, voy a cuidarte la merienda.
La mira agradecido desde la gloria, Mariana se despide con un adiós de mano, corre a una sombra donde devora como loca la mitad de todo, porque a Santiago todo se lo empacan por pares. Sonríe triunfante, ha burlado una vez más la jaula de la abuela.
viernes, 25 de enero de 2008
viernes, 18 de enero de 2008
Capitulo III
Me adelanto un dia, porque a lo mejor mañana no pueda entrar.
Banda sonora: Prisionero de Miranda.
NATALIA ESCONDE A MARIANA
Natalia lo despide con un beso lleno de ternura, es un pedante, está lleno de pendejadas, pero es de ella, aunque tenga que prestárselo en las noches y las madrugadas a Marcela la tonta. Al cerrar la puerta cumple un rito de todos los días, marca siete números y pregunta:
- ¿cómo amaneció la niña, mamá?
Detesta tener que esconderla, y sobretodo dejarla en la casa de su madre que es lo más cercano a una monja, tenerla abandonada a la voluntad de alguien tan huraño y retrogrado, pero ya han pasado muchos años y no sabe como hacer para contarle a Fernando la verdad, fue fácil al comienzo, era solo la persona que iba a contratarla, después el jefe, unos meses más tarde el amante ocasional al que no tenía que contarle sus cosas, pero ahora ya la mentira ha crecido mucho y no sabe como pararla.
Se baña para quitarse el olor a sexo que no tolera, se peina con una trenza gruesa, y larga como una boa, un poco de polvo y otro de rimel, se viste de cualquier forma y baja rápido por las escaleras, no sin antes preguntarle al portero:
- ¿se fue? Y oír un si fuerte y claro.
Camina cuatro cuadras y la encuentra esperando que pase por ella, tiene 7 años, estudia en una escuela personalizada que queda cerca, nació después de un embarazo normal, y en un parto vaginal obligado por un ginecólogo gago que ante sus ruegos por una cesárea tras casi un día de dolor respondía impasible:
- Ttto-to-todas paren, todas paren.
Y si, ella parió pero Mariana había tenido sufrimiento fetal agudo, y necesitó casi 6 meses de hospitalización, contra todos los pronósticos logró sobrevivir, pero con un retardo que la tiene congelada en una edad mental mucho menor.
La abraza con amor y con cargo de conciencia, esa niña la necesita y ella está para ella solo unos minutos en la mañana y unas horas por la noche, Mariana la mira con unos ojos grandes y llenos de pestañas, es una hermosa rubia que se parece cada día más al padre, que no sabe que ella existe.
La baja con cuidado y de la mano la lleva a clases, la niña tiene colgando en la espalda un morral con una foto de Paris, y en la mano libre una lonchera azul con flores amarillas, Natalia intenta llevarla pero unos ojos enojados la detiene y parece que dijeran: es mía.
Camina lo más lento que puede, y deja que la niña se distraiga con los perros, los pájaros, las mariposas, los carros, las personas, para demorar el trayecto, esta vez como muchas otras va llorando, renegándose por ser tan puta, no le ve problema a encamarse con el marido de otra que además la cree su amiga, pero si le parece digno de la más puerca vagabunda dejar a su hija sola para poder vivir a ratos con un hombre, la niña la mira y le sonríe entregándole una flor morada, la levanta contra su voluntad y le estampa un beso en la frente.
Pasa un vendedor de buñuelos y Mariana lo detiene a gritos:
- Ñelo, mamá, ñelo.
Comen sentadas en un andén, ya a media cuadra está la escuela, la profe las ve pero se hace la desentendida, porque la mamá de Mariana no le cae bien, la abuela le ha contado parte de la historia: es una madre que reniega de la hija y nadie en su otra vida sabe de ella.
Natalia ni sospecha que no la quieren, cuando la niña termina de devorar la bolita de maíz y queso la lleva con una sonrisa hasta la profe, que hace gala de la más refinada hipocresía:
- La nena y la mami, ¿quien será más linda?
- La mami, la mami- grita Mariana buscando la aprobación de las
mujeres, y la recibe, Natalia le regala muchos besos en la cabeza y la profesora le pone una carita feliz en la manito regordeta y rosada.
Natalia nunca quiere irse, y se queda mirando hasta que la niña se pierde tras la puerta de la mano de otra profesora, entonces llegan los lagrimones salobres y el frío se le mete por todos lados mientras camina a su casa para disfrazarse de gran ejecutiva de ventas y así poder visitar a sus clientes.
Banda sonora: Prisionero de Miranda.
NATALIA ESCONDE A MARIANA
Natalia lo despide con un beso lleno de ternura, es un pedante, está lleno de pendejadas, pero es de ella, aunque tenga que prestárselo en las noches y las madrugadas a Marcela la tonta. Al cerrar la puerta cumple un rito de todos los días, marca siete números y pregunta:
- ¿cómo amaneció la niña, mamá?
Detesta tener que esconderla, y sobretodo dejarla en la casa de su madre que es lo más cercano a una monja, tenerla abandonada a la voluntad de alguien tan huraño y retrogrado, pero ya han pasado muchos años y no sabe como hacer para contarle a Fernando la verdad, fue fácil al comienzo, era solo la persona que iba a contratarla, después el jefe, unos meses más tarde el amante ocasional al que no tenía que contarle sus cosas, pero ahora ya la mentira ha crecido mucho y no sabe como pararla.
Se baña para quitarse el olor a sexo que no tolera, se peina con una trenza gruesa, y larga como una boa, un poco de polvo y otro de rimel, se viste de cualquier forma y baja rápido por las escaleras, no sin antes preguntarle al portero:
- ¿se fue? Y oír un si fuerte y claro.
Camina cuatro cuadras y la encuentra esperando que pase por ella, tiene 7 años, estudia en una escuela personalizada que queda cerca, nació después de un embarazo normal, y en un parto vaginal obligado por un ginecólogo gago que ante sus ruegos por una cesárea tras casi un día de dolor respondía impasible:
- Ttto-to-todas paren, todas paren.
Y si, ella parió pero Mariana había tenido sufrimiento fetal agudo, y necesitó casi 6 meses de hospitalización, contra todos los pronósticos logró sobrevivir, pero con un retardo que la tiene congelada en una edad mental mucho menor.
La abraza con amor y con cargo de conciencia, esa niña la necesita y ella está para ella solo unos minutos en la mañana y unas horas por la noche, Mariana la mira con unos ojos grandes y llenos de pestañas, es una hermosa rubia que se parece cada día más al padre, que no sabe que ella existe.
La baja con cuidado y de la mano la lleva a clases, la niña tiene colgando en la espalda un morral con una foto de Paris, y en la mano libre una lonchera azul con flores amarillas, Natalia intenta llevarla pero unos ojos enojados la detiene y parece que dijeran: es mía.
Camina lo más lento que puede, y deja que la niña se distraiga con los perros, los pájaros, las mariposas, los carros, las personas, para demorar el trayecto, esta vez como muchas otras va llorando, renegándose por ser tan puta, no le ve problema a encamarse con el marido de otra que además la cree su amiga, pero si le parece digno de la más puerca vagabunda dejar a su hija sola para poder vivir a ratos con un hombre, la niña la mira y le sonríe entregándole una flor morada, la levanta contra su voluntad y le estampa un beso en la frente.
Pasa un vendedor de buñuelos y Mariana lo detiene a gritos:
- Ñelo, mamá, ñelo.
Comen sentadas en un andén, ya a media cuadra está la escuela, la profe las ve pero se hace la desentendida, porque la mamá de Mariana no le cae bien, la abuela le ha contado parte de la historia: es una madre que reniega de la hija y nadie en su otra vida sabe de ella.
Natalia ni sospecha que no la quieren, cuando la niña termina de devorar la bolita de maíz y queso la lleva con una sonrisa hasta la profe, que hace gala de la más refinada hipocresía:
- La nena y la mami, ¿quien será más linda?
- La mami, la mami- grita Mariana buscando la aprobación de las
mujeres, y la recibe, Natalia le regala muchos besos en la cabeza y la profesora le pone una carita feliz en la manito regordeta y rosada.
Natalia nunca quiere irse, y se queda mirando hasta que la niña se pierde tras la puerta de la mano de otra profesora, entonces llegan los lagrimones salobres y el frío se le mete por todos lados mientras camina a su casa para disfrazarse de gran ejecutiva de ventas y así poder visitar a sus clientes.
sábado, 12 de enero de 2008
Capitulo II
Banda sonora: Miralo, mirala, de Alejandra Guzman.
FERNANDO SE COME A NATALIA
Fernando descansa cuando las puertas del ascensor se cierran, no tolera toda esa sumisión absurda de su mujer, pero cuando ella no cumple con algún eslabón en la cadena de la mañana el lo extraña, así que mejor se calla y vive como un rey casado con su esclava.
Mira irritado lo mal parqueado que está el carro al lado del suyo, ha tratado infructuosamente de ensañarle a Marcela la geometría del parqueo, pero para todo lo que sea espacio y calculo es más bien bruta. Abre la puerta de atrás, deja el maletín, se acomoda el bluetooth en la oreja y llama:
- Ya voy a salir, esperame.
Sale todos los días muy temprano, aunque a su oficina llega casi a las 9, pero hay que hacer un pare a mitad de camino para ver a Natalia, la otra cara de su luna, a veces ha intentado dejarla, cuando piensa que la vida se le puede venir al piso el día que Marcela sepa algo, pero entonces recuerda que no va a sospechar nada porque el es inteligente y calculador, y ella es inocente, el todo lo ha dispuesto de una forma tal que ella no pueda extrañarlo, y así no ande husmeando donde no le importe.
El recorrido es corto, pero va impaciente, no importa que todos los días en los últimos años hayan sido igual, porque a decir verdad todo en el es igual, pero en Natalia no, nunca sabe que lo espera detrás de la puerta caoba marcada con el 802 B, puede ser una enfermera enferma, una colegiala de trenzas, una odalisca, o Marilym Monroe, puede ser cualquiera, pero realmente lo que le interesa es hurgar bajo el maquillaje y el disfraz y encontrarla.
El portero del edificio lo mira con cara de yonofui y no lo anuncia, él es el dueño aunque la que duerma sola ahí sea otra, va impaciente pero no corre, no le gusta sudar, y menos que ella lo vea sudado por la ansiedad de verla.
Pero en la vida lo único perfecto son los desayunos que hace Marcela, el ascensor está dañado y hay que subir los 9 pisos desde el sótano, si a ese tiempo se le suma el de bajada, ya hay que descontarle media hora al deseo, no le parece justo con el, que es un buen hombre.
La puerta está abierta, pero no la encuentra en la sala, cierra cuidadosamente, deja el confite de Marcela en el puesto de siempre: la mesa del comedor de Natalia y camina en puntas hasta el cuarto, está tendida cuan larga es, para el, Fernando se lame los labios y se quita las mancornas y el pisacorbatas que Natalia le regaló de aniversario hace ya unos años, ella lo mira como si estuviera dormida con los ojos abiertos, sabe que se está explotando de deseo, pero aun así lo deja cumplir con su ritual absurdo: quitarse solo cada pieza y colgarla en un perchero, y las joyas: la odiosa argolla con el nombre de la otra grabado, el reloj y los regalos de ella dentro de los zapatos que ya acomodó al lado de la puerta, una vez se le avalanzó encima cuando estaba a medio desvestir y a pesar de notarsele que no podía estar más excitado, se vistió y se fue sin hablarle, el es raro, así que ella mejor lo espera. Ya todo desnudo y hermoso se mete entre las sabanas que Marcela le regaló a Natalia el año pasado cuando juntas hacían compras en casa estrella, y se aman con la ventana abierta, con una ternura y una pasión que la esposa de Fernando no ha podido conocer.
FERNANDO SE COME A NATALIA
Fernando descansa cuando las puertas del ascensor se cierran, no tolera toda esa sumisión absurda de su mujer, pero cuando ella no cumple con algún eslabón en la cadena de la mañana el lo extraña, así que mejor se calla y vive como un rey casado con su esclava.
Mira irritado lo mal parqueado que está el carro al lado del suyo, ha tratado infructuosamente de ensañarle a Marcela la geometría del parqueo, pero para todo lo que sea espacio y calculo es más bien bruta. Abre la puerta de atrás, deja el maletín, se acomoda el bluetooth en la oreja y llama:
- Ya voy a salir, esperame.
Sale todos los días muy temprano, aunque a su oficina llega casi a las 9, pero hay que hacer un pare a mitad de camino para ver a Natalia, la otra cara de su luna, a veces ha intentado dejarla, cuando piensa que la vida se le puede venir al piso el día que Marcela sepa algo, pero entonces recuerda que no va a sospechar nada porque el es inteligente y calculador, y ella es inocente, el todo lo ha dispuesto de una forma tal que ella no pueda extrañarlo, y así no ande husmeando donde no le importe.
El recorrido es corto, pero va impaciente, no importa que todos los días en los últimos años hayan sido igual, porque a decir verdad todo en el es igual, pero en Natalia no, nunca sabe que lo espera detrás de la puerta caoba marcada con el 802 B, puede ser una enfermera enferma, una colegiala de trenzas, una odalisca, o Marilym Monroe, puede ser cualquiera, pero realmente lo que le interesa es hurgar bajo el maquillaje y el disfraz y encontrarla.
El portero del edificio lo mira con cara de yonofui y no lo anuncia, él es el dueño aunque la que duerma sola ahí sea otra, va impaciente pero no corre, no le gusta sudar, y menos que ella lo vea sudado por la ansiedad de verla.
Pero en la vida lo único perfecto son los desayunos que hace Marcela, el ascensor está dañado y hay que subir los 9 pisos desde el sótano, si a ese tiempo se le suma el de bajada, ya hay que descontarle media hora al deseo, no le parece justo con el, que es un buen hombre.
La puerta está abierta, pero no la encuentra en la sala, cierra cuidadosamente, deja el confite de Marcela en el puesto de siempre: la mesa del comedor de Natalia y camina en puntas hasta el cuarto, está tendida cuan larga es, para el, Fernando se lame los labios y se quita las mancornas y el pisacorbatas que Natalia le regaló de aniversario hace ya unos años, ella lo mira como si estuviera dormida con los ojos abiertos, sabe que se está explotando de deseo, pero aun así lo deja cumplir con su ritual absurdo: quitarse solo cada pieza y colgarla en un perchero, y las joyas: la odiosa argolla con el nombre de la otra grabado, el reloj y los regalos de ella dentro de los zapatos que ya acomodó al lado de la puerta, una vez se le avalanzó encima cuando estaba a medio desvestir y a pesar de notarsele que no podía estar más excitado, se vistió y se fue sin hablarle, el es raro, así que ella mejor lo espera. Ya todo desnudo y hermoso se mete entre las sabanas que Marcela le regaló a Natalia el año pasado cuando juntas hacían compras en casa estrella, y se aman con la ventana abierta, con una ternura y una pasión que la esposa de Fernando no ha podido conocer.
sábado, 5 de enero de 2008
SUJETO Y PREDICADO
Es un cuento con 5 capitulos y 6 personajes, acá va el primero, banda sonora: mujer florero de ella baila sola.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)