sábado, 12 de abril de 2008

ABOMINACION

A Delia Marta,
que en una conversión superflua me inspiró este cuento.


Se llamaban Abel y Caín, Abel no era tan bueno como cabía esperar, pero el hermano era aun peor que el asesino hijo de Eva, claro que nunca mató a Abel, más bien fue al revés.
Primero me metí con Caín, lo veía de lejos con el pelo más negro que el diablo y su risa torcida, lo quería para mi, pasaba saliva salada al verlo, como cualquier depravado atisbando en el baño de las niñas.
Armé casualidades que de tan casuales parecían reales y con la paciencia de los malvados lo fui enredando, primero con la sonrisa imperfecta, después con la timidez de mentiras y al final con besos suaves y alborotados.
Caín el malo, el más malo de todos los hombres malos comía alpiste como un bobo de mi mano zurda y con la derecha que es en verdad mi mano torpe, mi real siniestra le acariciaba ese pelo ensortijado, ese pelo que casi nunca olía bien.
Ese era mi perro
mi lacayo
mi Caín amaestrado.
Pasamos más tiempo del que yo hubiera soñado cuando lo miraba coquetear con todas, sonreírle a todas, perseguir a todas menos a mi, que era para el más invisible que él aire.
Pasamos más tiempo del que él hubiera creído cuando cayó, enredado con mi telaraña, de bruces contra el suelo. De tan enredado que estaba, y por la comodidad y el placer, por el vértigo y la locura que era estar acorralándolo todo el tiempo, hubiera yo podido quedarme con mi perro de presa convertido en perro de compañía para siempre.
Hubiera podido, pero el diablo nunca se descuida y un día, cuando no sabia quien estaba más maniatado si mi Caín de ojos duros y manos firmes, si mi Caín endemoniado o yo con mi carita de yonofuí y mi corazón de piedra, llegó él, Abel, que de verdad no llegaba de ningún lado, siempre estuvo por ahí como un satélite alrededor del hermano malo, pero yo cegada como estaba lo había visto sin verlo.
Era todo lo contrario a Caín, era ese que yo podía llevarle a mi mamá, ese con el que mis amigas se querían casar, ese que yo pecadora empedernida me quería almorzar sólo por ser el hermano de mi juguete roto.
Entonces Caín ya no brillaba igual, ni me amaba igual, y tenía al nariz larga y definitivamente pasaba mucho tiempo sin lavarse el pelo, defectos que antes no veía se hicieron evidentes ahora que mis ojos de arpía estaban puestos en el Abel dorado, siempre aseado, siempre impecable, siempre apetecible, no tuve que hacer mayor esfuerzo para hacerlo caer porque los buenos son presa fácil
como el conejo
como el ciervo
como Abel, el carnero
Me volví loca, quería parirle hijos a los dos al mismo tiempo, pero no pude porque tengo solo una matriz, quería comer alpiste en el vientre de Caín mientras Abel me acariciaba la cabeza.
La verdad, no quise a ninguno pero eran mis dos perros y no los iba a dejar ir, claro que el perroabel más demoró en llegar que en querer largarse:
"porque esto está mal
es mi hermano,y cuando se entere
se le va a romper el corazón"
Se quejó bastante, pero no se fue.
Caín se enteró, porque una noche de su mala suerte miró a una mona más que a mi, tuve que cerrar el collar de ahogo para recordar quien era el amo y quien el perro:
- Cuando salgo con Abel no me hace eso.
Y fue cierto que algo se le partió a Caín
el imperfecto
el mentiroso
el incurable
el cuasimodo
Pero no fue el corazón sino el orgullo, eso que los hombres usan todo el tiempo y no sirve para nada, y a mi me pasó como al perro de las dos tortas, porque no habían dos perros como yo creía sino uno solo: yo.
la boba
la que jugó con candela y se quemó toda
la que los vio alejarse sin remedio
Primero se fue Caín ciego de ira a reclamarle a su hermano por tocar lo que no debía, a recordarle que el no era más que una sombra suya, un boceto sin terminar, un insecto que dependía de él para existir, después fue Abel llorando como un idiota, -el idiota que siempre fue, perfumado y maniático de las uñas y el pelo limpios, defectos que siempre tuvo, pero yo hipnotizada como estaba no vi-, a la cárcel por matar a golpes al hermano que aun muriendo no dejaba de insultarlo.

Otros:
Un cuento: http://sabanaaloccidente.blogspot.com/2007/05/un-cuento.html
Otro cuento: http://retazosporleer.blogspot.com/2007/10/otro-cuento.html

sábado, 9 de febrero de 2008

CAPITULO VI

Final final no va más.
Todos han tenido una cancion como banda sonora, no encontre una que definiera este, así que usaré dos, una al principio la otra al final.
Banda sonora uno: Eres para mi, Julieta Venegas.



MANUEL LLAMA A MARCELA

Manuel siente el calor de Santiago en el vómito sobre su pecho, lo recuesta en la cama, busca una toalla que humedece con agua tibia, le limpia los labios y la barbilla, el niño no está apenado, porque no sabe bien que pasó, parece que vomitar lo ha liberado del ultimo rezago de malestar y se acomoda a jugar con el muñeco descabezado, ignorando a su papá que lo acaricia. Manuel se quita la camisa, la moja en el lavamanos para quitar los restos, va en camisilla hasta la lavadora, le aplica dos sprays de collarín, una copita de vanish, y la echa a lavar en agua tibia, le habla a Esperanza:
- Puedes irte, yo cuido a Tiago.
La mujer rezonga un poco y al final acepta, recuerda que algo tiene pendiente en casa, se despide cerrando con cuidado la puerta. Cuando el sonido de las babuchas se pierde busca el teléfono inalámbrico y se sienta en una silla del estudio desde donde puede vigilar el juego de su hijo, marca los siete números de su oficina, le avisa a la secretaria que no vuelve porque el niño está un poco indispuesto, cuelga, vuelve y marca al mismo lugar, contesta el conmutador, digita una extensión distinta, ahí está ella.
- Diseño, buenas tardes.
La saluda y a modo de introducción le cuenta las peripecias con su hijo, la siente un poco incomoda, ella es una mujer casada, no solo de dedo sino de alma, parece que alguien le ha amputado el gusto por la vida fuera del universo que ha construido para el esposo, pero ante la insistencia soterrada de Manuel ha ido cediendo a conversar de cualquier tema, menos sexo, religión y política, como las reinas, siempre por teléfono, nunca acepta una invitación a un café, ni se sienta con el en el almuerzo, aunque comen en el mismo restaurantico que queda en el hall del edificio, ni cuando invita a la gente del trabajo a cruzar la calle y comer en su casa lo ha llamado a él, todo eso es sospechoso para este hombre urgido, en cada rechazo encuentra una razón para insistir.
El quiere decirle que lo acompañe al cine al día siguiente, pero no se atreve, puede ser que Santiago lo necesite también mañana, y además lo más probable es que no bien termine de plantear la invitación ella le tire el teléfono, siguen hablando de cualquier cosa, el midiendo cada frase antes de pronunciarla, ella midiendo cada frase pronunciada por él buscando la incorrección que la haga dejar de comportarse como una vagabunda.
Lo oye contar sobre Santiago y le da ira sentir que la conmueve, en medio de la conversación le pide a Dios que el diga algo inadecuado, una mala palabra, una grosería, algo que le permita colgar y pensar en el solo con odio, porque ella es una mujer casada que ama a su esposo y por nada del mundo puede permitirse sentir nada por nadie que no sea Fernando, quien además la ama y la respeta y no se merece esto que ella le está haciendo, pero no, Dios parece estar ocupado en otra cosa, porque Manuel solo dice cosas acertadas, y cuando no le arruga el corazón de ternura, la mata de risa, entonces se permite la infidelidad de pensar que si lo hubiera conocido antes de pronto sería la madre de Santiago, enseguida se muerde fuerte el labio inferior para castigarse, ella es una mujer decente, y no debe pensar esas cosas, no debería estar hablando con el, tendría que cortar terminar la conversacion, pero no lo hace, recuerda que ha llamado a su esposo 3 veces el día de hoy y este ni contesta ni devuelve las llamadas, seguro estaba ocupado piensa, cuando el ruido del celular la trae a la tierra, es un mensaje de él, feliz revisa hasta encontrar:
- Deja de joder que estoy trabajando, si llego hoy será después de 3.
Se entrega entonces a su infidelidad a medias, a pensar en lo que pudo haber sido y no fue, perdida como está en su bosque de condicionales siente como trueno que la verdad se abre camino en la mitad de su alma, es terriblemente infeliz y tanta dedicación desmedida no le permitió verlo, podría irse hoy y seguro Fernando no la extrañe más allá de lo que extrañaría a la nevera o al horno microondas, no se sentiría peor que si perdiera una chaqueta de lujo de esas que exhibe cuando salen con los amigos, porque ella es solo un accesorio en su vida perfecta.
Ya la voz de Manuel es solo un murmullo a lo lejos, su propio corazón hace una bulla que no la permite distraerse. Piensa que debería pedirle que la lleve al cine o a tomar un café, que la lleve a su casa y le bese la boca, tiene curiosidad por conocer la fuerza con que tomaría su cintura para abrazarla, o la delicadeza para quitarle el pelo del cuello y llenarlo de besos, la intriga saber como es ese cuerpo desnudo, pero no le dice nada, no quiere salir de uno para cargar con otro, ahora solo sueña con la hora de hacer la maleta e irse, y quiere pedirle pide a Dios -pero no se atreve- que cuando llegue a casa nada la haga cambiar de idea.

Banda sonora dos: Yo pa ti no estoy, Rosana.



P.D cursi: gracias a los que leyeron esto y lo comentaron, de verdad muchisimas gracias...

sábado, 2 de febrero de 2008

Capitulo V

Banda sonora: nanas de la cebolla, Joan Manuel Serrat.



SANTIAGO VOMITA A MANUEL

Santiago resultó ser bueno para el fútbol, metió 2 goles, tapó otro, se cayó varias veces raspándose las rodillas, y al terminar se sentía mareado, y feliz.
Al entrar al salón de clases algo tendría en la cara que asustó a América, lo tomó duro de la mano llevándolo al consultorio medico:
- No es nada del otro mundo, no está acostumbrado a hacer tanto ejercicio y se agotó, podría quedarse acá, pero es mejor mandarlo a casa, depronto hasta vomita.
Con sólo pensar en el olor del vómito la diligente e hipócrita profesora sintió nauseas, buscó en su agenda el teléfono de Manuel, el papá del niño y le pidió que pasara por el: PRONTO!
A Santiago le gusta salir temprano de clases, en la casa se divierte más, duerme y juega con un muñeco al que hace unos meses le arrancó la cabeza.
Oye el pito del carro, y se para como impulsado por un resorte, no parece cansado, pero suda a chorros, América lo lleva de la mano hasta la puerta del carro, sonríe al hombre de lentes oscuros que casi ni la mira.
- Buenas tardes, Manuel
Pronuncia el nombre de forma distinta, buscando demostrar que para ella es diferente a los otros padres, pero Manuel solo tiene cabeza para Santiago, le sonríe distraído mientras lo acomoda en la parte trasera, se despide veloz sin darle la mano, América mira con odio la placa del carro, y traga en seco ante su cruel destino.
Manuel no ve nada raro en el niño, solo que los cachetes están más rojos que de costumbre, ya no está sudando, y parlotea como por veinte, porque fuera del colegio habla con todo el mundo.
Le cuenta una y otra vez, siempre con un detalle nuevo, cada jugada, cada gol, y la tapada, vuelve a explicar que todo fue gracias a Mariana que hoy no estaba tan bonita, al rato se cansa y como siempre se deja arrullar por el carro y entonces duerme.
La ciudad está llena de trancones, media hora después el niño va en los brazos del padre hasta la cama, podría caminar, pero no quiere, siente que por los muslos le corren un millón de hormigas, se amarra del cuello, le saca la lengua que no puede doblar, le besa la nariz larga, le cuenta del gato que esa mañana en el colegio se comió un pájaro delante de Mariana y otras niñas: todas lloraban menos ella.
Manuel lo apoya sobre el muslo, liberando una mano que con el envés busca pero no encuentra fiebre, suben al ascensor donde está también una viejita, se llama Saray, es del Líbano, no habla español y cada vez que puede se le vuela a la nieta para viajar una y otra vez en aquella maquina voladora, la saluda en español y ella contesta en algo que el sospecha es árabe, pero no está seguro, Santiago levanta la manita mullida saludando lento, con sus dedos huesudos y sin anillos la viejita le aprieta el cordial suavemente, el niño se alcanza a asustar un poco, pero la ve sonreír y también sonríe, le cae bien esa brujita que vuela sin escoba.
En la casa está Esperanza, una mujer de más de 60 años que cuidó de Manuel cuando era niño y ahora hace lo mismo con Santiago, se asusta al ver el niño en brazos, pero lo ve rosado igual que siempre y con los ojos abiertos como platos.
- Me asustaste, flojo.
El niño le apunta a la nariz con la pulpa del índice, Esperanza sigue en lo suyo mientras Manuel lo lleva hasta la cama, lo baja muy rápido y el niño siente que el mundo le da vueltas, entonces suelta el nudito que trae en la tripa de la barriga: un vómito rosado de yogurt y salpicado de confites le cae al papá en su impecable camisa blanca.

viernes, 25 de enero de 2008

Capitulo IV

Banda sonora: si fueras mi enemigo, de Andrés Cepeda.



MARIANA ROBA A SANTIAGO

Mariana sabe que la mamá la ve alejarse, lo sabe porque es más inteligente de lo que todos creen, pero es conveniente que la gente siga engañada, especialmente Natalia y su abuela, de lo contrario la una no iría por ella cada día, y la otra le pegaría como lo hace con los otros nietos, recuerda picara la escena de los buñuelos, claro que sabe decir bien la palabra, pero es mejor que nadie se entere. Deja caer a conciencia un hilo delgado de saliva que América, la profe que no le cae bien, limpia con asco mal disimulado.
En esas está cuando ve llegar a Santiago, un niño de su edad con los ojos llenos de pestañas, tiene síndrome de down y la única persona con la que habla en la escuela es ella, está enamorado y Mariana a veces se hace la tonta y lo deja verle un poco por encima de las rodillas, entonces se pone rojo como un tomate. En la lonchera de Shrek lleva ese niño un universo de delicias que Emerita (la abuela) nunca le compra a Mariana porque no alimentan, no es fácil robarlo, es gritón, no habla con nadie pero grita como endemoniado y señala al culpable con un dedo rígido como el de una estatua.
Lo mira coqueta, le lanza sonrisas magentas, le toca la cara de cachetes redondos y rojos, le canta una canción que lo hipnotiza, pero Santiago no suelta la lonchera, la niña no se resigna, solo aplaza el robo porque ya los están llevando al salón de clases. Dibuja en su cuaderno un retrato de santiago, le pregunta:
- ¿Sabes quién es?
Niega con su cabeza llena de mechones lisos de color castaño, no tiene ni idea quien es ese con cara de papa que pintó Mariana.
- Tú, tonto
La mira, sonríe, se le caen las babas gruesas y espesas, no es a drede, no le avergüenza, solo la mira y tiene ganas de darle todo lo que trae en la lonchera, pero lo olvida pronto, toda su atención la tiene un gato que se come un pájaro en uno de los recovecos de su imaginación. Mariana intenta traerlo de nuevo a tierra, pero no puede, le toca la mejilla, sopla en sus orejas, sube un poco la falda, pero es todo vano, parece que el tesoro resguardado por el ogro verde no caerá en sus manos esta vez.
La profesora América les dice con una sonrisa fingida que ya pueden salir, que el sol y los pajaritos los esperan afuera, Mariana toma en una mano su lonchera y en la otra la mano izquierda de Santiago que aprieta contra el pecho el cofre en disputa, unos niños de otro grado juegan con un balón y el niño mira embelesado, no le ha contado a nadie pero quiere ser futbolista, Mariana se da cuenta que hay una ventana por donde colarse hasta los dulces que la trasnochan, se acerca a uno de los jugadores, le sonríe coqueta, le regala miradas de pestañas rizadas, le pide que invite a Santiago, lo llaman, el no puede creerlo, corre por la cancha de cemento y siente que lo hace en el camp nou, deja tirada la estorbosa lonchera, su infaltable aliada y hada que ayuda a cumplir sueños le grita:
- Santi, voy a cuidarte la merienda.
La mira agradecido desde la gloria, Mariana se despide con un adiós de mano, corre a una sombra donde devora como loca la mitad de todo, porque a Santiago todo se lo empacan por pares. Sonríe triunfante, ha burlado una vez más la jaula de la abuela.

viernes, 18 de enero de 2008

Capitulo III

Me adelanto un dia, porque a lo mejor mañana no pueda entrar.
Banda sonora: Prisionero de Miranda.



NATALIA ESCONDE A MARIANA

Natalia lo despide con un beso lleno de ternura, es un pedante, está lleno de pendejadas, pero es de ella, aunque tenga que prestárselo en las noches y las madrugadas a Marcela la tonta. Al cerrar la puerta cumple un rito de todos los días, marca siete números y pregunta:
- ¿cómo amaneció la niña, mamá?
Detesta tener que esconderla, y sobretodo dejarla en la casa de su madre que es lo más cercano a una monja, tenerla abandonada a la voluntad de alguien tan huraño y retrogrado, pero ya han pasado muchos años y no sabe como hacer para contarle a Fernando la verdad, fue fácil al comienzo, era solo la persona que iba a contratarla, después el jefe, unos meses más tarde el amante ocasional al que no tenía que contarle sus cosas, pero ahora ya la mentira ha crecido mucho y no sabe como pararla.
Se baña para quitarse el olor a sexo que no tolera, se peina con una trenza gruesa, y larga como una boa, un poco de polvo y otro de rimel, se viste de cualquier forma y baja rápido por las escaleras, no sin antes preguntarle al portero:
- ¿se fue? Y oír un si fuerte y claro.
Camina cuatro cuadras y la encuentra esperando que pase por ella, tiene 7 años, estudia en una escuela personalizada que queda cerca, nació después de un embarazo normal, y en un parto vaginal obligado por un ginecólogo gago que ante sus ruegos por una cesárea tras casi un día de dolor respondía impasible:
- Ttto-to-todas paren, todas paren.
Y si, ella parió pero Mariana había tenido sufrimiento fetal agudo, y necesitó casi 6 meses de hospitalización, contra todos los pronósticos logró sobrevivir, pero con un retardo que la tiene congelada en una edad mental mucho menor.
La abraza con amor y con cargo de conciencia, esa niña la necesita y ella está para ella solo unos minutos en la mañana y unas horas por la noche, Mariana la mira con unos ojos grandes y llenos de pestañas, es una hermosa rubia que se parece cada día más al padre, que no sabe que ella existe.
La baja con cuidado y de la mano la lleva a clases, la niña tiene colgando en la espalda un morral con una foto de Paris, y en la mano libre una lonchera azul con flores amarillas, Natalia intenta llevarla pero unos ojos enojados la detiene y parece que dijeran: es mía.
Camina lo más lento que puede, y deja que la niña se distraiga con los perros, los pájaros, las mariposas, los carros, las personas, para demorar el trayecto, esta vez como muchas otras va llorando, renegándose por ser tan puta, no le ve problema a encamarse con el marido de otra que además la cree su amiga, pero si le parece digno de la más puerca vagabunda dejar a su hija sola para poder vivir a ratos con un hombre, la niña la mira y le sonríe entregándole una flor morada, la levanta contra su voluntad y le estampa un beso en la frente.
Pasa un vendedor de buñuelos y Mariana lo detiene a gritos:
- Ñelo, mamá, ñelo.
Comen sentadas en un andén, ya a media cuadra está la escuela, la profe las ve pero se hace la desentendida, porque la mamá de Mariana no le cae bien, la abuela le ha contado parte de la historia: es una madre que reniega de la hija y nadie en su otra vida sabe de ella.
Natalia ni sospecha que no la quieren, cuando la niña termina de devorar la bolita de maíz y queso la lleva con una sonrisa hasta la profe, que hace gala de la más refinada hipocresía:
- La nena y la mami, ¿quien será más linda?
- La mami, la mami- grita Mariana buscando la aprobación de las
mujeres, y la recibe, Natalia le regala muchos besos en la cabeza y la profesora le pone una carita feliz en la manito regordeta y rosada.
Natalia nunca quiere irse, y se queda mirando hasta que la niña se pierde tras la puerta de la mano de otra profesora, entonces llegan los lagrimones salobres y el frío se le mete por todos lados mientras camina a su casa para disfrazarse de gran ejecutiva de ventas y así poder visitar a sus clientes.

sábado, 12 de enero de 2008

Capitulo II

Banda sonora: Miralo, mirala, de Alejandra Guzman.




FERNANDO SE COME A NATALIA

Fernando descansa cuando las puertas del ascensor se cierran, no tolera toda esa sumisión absurda de su mujer, pero cuando ella no cumple con algún eslabón en la cadena de la mañana el lo extraña, así que mejor se calla y vive como un rey casado con su esclava.
Mira irritado lo mal parqueado que está el carro al lado del suyo, ha tratado infructuosamente de ensañarle a Marcela la geometría del parqueo, pero para todo lo que sea espacio y calculo es más bien bruta. Abre la puerta de atrás, deja el maletín, se acomoda el bluetooth en la oreja y llama:
- Ya voy a salir, esperame.
Sale todos los días muy temprano, aunque a su oficina llega casi a las 9, pero hay que hacer un pare a mitad de camino para ver a Natalia, la otra cara de su luna, a veces ha intentado dejarla, cuando piensa que la vida se le puede venir al piso el día que Marcela sepa algo, pero entonces recuerda que no va a sospechar nada porque el es inteligente y calculador, y ella es inocente, el todo lo ha dispuesto de una forma tal que ella no pueda extrañarlo, y así no ande husmeando donde no le importe.
El recorrido es corto, pero va impaciente, no importa que todos los días en los últimos años hayan sido igual, porque a decir verdad todo en el es igual, pero en Natalia no, nunca sabe que lo espera detrás de la puerta caoba marcada con el 802 B, puede ser una enfermera enferma, una colegiala de trenzas, una odalisca, o Marilym Monroe, puede ser cualquiera, pero realmente lo que le interesa es hurgar bajo el maquillaje y el disfraz y encontrarla.
El portero del edificio lo mira con cara de yonofui y no lo anuncia, él es el dueño aunque la que duerma sola ahí sea otra, va impaciente pero no corre, no le gusta sudar, y menos que ella lo vea sudado por la ansiedad de verla.
Pero en la vida lo único perfecto son los desayunos que hace Marcela, el ascensor está dañado y hay que subir los 9 pisos desde el sótano, si a ese tiempo se le suma el de bajada, ya hay que descontarle media hora al deseo, no le parece justo con el, que es un buen hombre.
La puerta está abierta, pero no la encuentra en la sala, cierra cuidadosamente, deja el confite de Marcela en el puesto de siempre: la mesa del comedor de Natalia y camina en puntas hasta el cuarto, está tendida cuan larga es, para el, Fernando se lame los labios y se quita las mancornas y el pisacorbatas que Natalia le regaló de aniversario hace ya unos años, ella lo mira como si estuviera dormida con los ojos abiertos, sabe que se está explotando de deseo, pero aun así lo deja cumplir con su ritual absurdo: quitarse solo cada pieza y colgarla en un perchero, y las joyas: la odiosa argolla con el nombre de la otra grabado, el reloj y los regalos de ella dentro de los zapatos que ya acomodó al lado de la puerta, una vez se le avalanzó encima cuando estaba a medio desvestir y a pesar de notarsele que no podía estar más excitado, se vistió y se fue sin hablarle, el es raro, así que ella mejor lo espera. Ya todo desnudo y hermoso se mete entre las sabanas que Marcela le regaló a Natalia el año pasado cuando juntas hacían compras en casa estrella, y se aman con la ventana abierta, con una ternura y una pasión que la esposa de Fernando no ha podido conocer.

sábado, 5 de enero de 2008

SUJETO Y PREDICADO

Es un cuento con 5 capitulos y 6 personajes, acá va el primero, banda sonora: mujer florero de ella baila sola.



MARCELA AMA A FERNANDO

Marcela se casó muy joven, de 18 años, no estaba embarazada, no estaba aburrida en su casa, no era fea, ni necesitaba dinero, estaba enamorada, y lo ha estado cada vez más desde entonces. Han pasado diez años, no tienen hijos porque ella primero quiso terminar la carrera, y después el quiso abrir su propia empresa, así que llevan una década de luna de miel.
Todos los días mientras reza le da gracias a Dios por su esposo, su fiel esposo que la cuida y la ama tanto como ella a el, por su matrimonio y por los hijos que ya pronto van a llegar.
Marcela no es boba, aunque muchos, incluyendo a Fernando a veces piensan lo contrario, lo que pasa es que está enamorada, y el amor como sabemos, es ciego, y a veces estúpido.
La rutina es la misma cada día, entra a trabajar a las 9 am, pero se levanta a las 5, antes que el marido, prende el calentador, y monta el desayuno, porque el con solo cereal, que es lo que desayuna ella, no queda satisfecho, hay que exprimir las naranjas, porque el jugo que venden ya hecho en los supermercados siempre sabe a agrio, eso dice el, porque ella no encuentra la diferencia, pone a cocer los huevos hasta que flotan y así los deja mucho más rato, por nada del mundo puede estar la yema blanda, eso a Fernando le produce nauseas, el pan a la tostadora, mientras ella va hasta la cama:
- Levantate amor, que ya son las y media.
Un beso dulce, y para arriba, el camina a un baño donde esta el agua justa en la tibieza que quiere, la toalla suave, y el cepillo con la crema dental en la cantidad exacta, nada está al azar, porque su mujer es la mejor ama de casa.
Ella mientras tanto, aunque se muere por tirarse a dormir hasta las 7 o hasta la 8, si al fin y al cabo la oficina queda en el edificio de al frente, saca la corbata, la camisa, el traje, los zapatos y las medias, cuidando que todo combine, que no se haya puesto ninguna de las piezas en las dos semanas anteriores, poniendo las mancornas y el pisa corbatas de siempre, no se pone otros , cada día esos mismos que ella no sabe donde los compró, pero que a el le gustan más que cualquiera, incluso los de amatista que le regaló el cumpleaños pasado, saca el perfume, el desodorante, y los pone justo al lado de la ropa, es más fácil dejarlos dentro del closet y que el se los eche y los ponga de nuevo en su lugar, pero a pesar de que no le ha dicho nada cuando olvida sacarlos la mira con enojo y a ella eso no le gusta, así que un sacrificio más no importa. Corre a la cocina, casca los huevos que ya están fríos, porque no los tolera ni siquiera tibios, los acomoda amorosamente junto al pan, sirve el chocolate que no puede tener ni una pizca de leche, y lo lleva todo en una bandejita a la mesa del comedor, junto con el jugo de 4 naranjas tangelo exprimidas a mano.
No desayuna todavía, solo lo mira y le habla de varias cosas mientras el responde siempre de forma cortes: no lo sabia, que gracioso, ni lo sospechaba, quien iba a decirlo. Al terminar Fernando pasa una servilleta de tela por las comisuras de los labios lo que significa que ya puede levantar la mesa, lo hace feliz por el segundo beso dulce de la jornada, que a decir verdad no lo es tanto, lleva un olor a sarna por el huevo que a ella ya no le estorba.
Deja todo muy apiladito y con agua jabonosa en el lavaplatos para ir hasta el baño nuevamente a prepararle el cepillo, y la seda dental, lo llama con cariño y sale a buscarle el maletín, las llaves, el celular, el bluethoot, y la billetera, todo en una ordenada pila que se corona con un confite cualquiera, sabe que no se lo va a comer, pero no importa, se lo da para que no olvide que lo ama más que a nadie en este mundo.
El sale sin mirarla, ella lo vigila hasta que cierra el ascensor, le manda un beso con la mano y entonces el sonríe de medio lado, para luego mirar fijo sus zapatos muy bien lustrados, hasta que la puerta se cierra, entonces Marcela camina tranquila hasta la ventana del estudio y detras de las cortinas espera que el carro pase, se esconde porque una vez alguien le contó a Fernando que ella lo miraba desde ahí al partir y el se enojó, entonces ella lo siguió haciendo pero camuflada, para evitar discusiones tontas.